viernes, 17 de abril de 2009

¿Qué mueve a nuestra ciudadanía?

Este año van a cumplirse 8 años del Golpe Institucional perpetrado por Duhalde, el aparato peronista y buena parte del alfonsinismo contra el gobierno de F. De la Rúa, quien finalmente renunció el 20/12/2001.

Creo que todos recordamos bien aquella época: una economía en recesión desde hacía por lo menos dos años, un gobierno incapaz de solucionar la caótica situación económica, a la vez que muy debilitado políticamente desde la renuncia de Chacho Álvarez y el peronismo en la oposición que, desde su triunfo en las legislativas de octubre de 2001, estaba ávido por tomar nuevamente las riendas del poder. 
Recordamos todos cómo se desencadenó aquello: luego del famoso "corralito" de Cavallo, la gente salió con sus cacerolas a protestar; por otra parte, comenzaron los saqueos promovidos por los "demócratas" y "pilotos de tormentas", y en pocas horas el gris De la Rúa fue eyectado del gobierno.


Si miramos un poco lo que nos está sucediendo hoy, veremos que la situación se va pareciendo de a poco a aquella: por errores propios y problemas externos, la economía entró hace unos meses en recesión (pero viene desacelerándose por lo menos desde hace un año); el gobierno, al igual que en 2001, se muestra incapaz de hacer frente a los problemas, además de que su vicepresidente se ha pasado decididiamente a la oposición (la UCR, en este caso); la inseguridad ciudadana (fenómeno que en 2001 ya se vislumbraba) hace la vida insoportable a buena parte de los argentinos, sobre todo a los de los grandes conglomerados urbanos; el arco opositor (peronistas disidentes, PRO, UCR, Coaliación Cívica) amenaza con asestarle una dura derrota al oficialismo en las legislativas de este año, tanto que el gobierno se vio obligado a adelantar elecciones e inventar ese esperpento de las "candidaturas testimoniales". 
Sin embargo, salvo durante el conflicto con el campo del año pasado, la ciudadanía parece mirar todo esto desde lejos, impávida. Al parecer, deberá ocurrir un nuevo corralito para que las cacerolas vuelvan a sonar (de los saqueos ya se encargarán los de siempre). Parece que no aprendemos: no vemos llegar el abismo hasta que nos estamos cayendo.


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